El viernes 30 de marzo acudí a Renedo de Esgueva -un
pueblecito muy cercano a Valladolid- invitado por el Club de Montaña y Senderismo La Esgueva, con el objeto de impartir una charla divulgativa sobre
astronomía observacional en las instalaciones de su sede social. Pero es que,
además, la actividad era todavía más ambiciosa, pues el plan consistía en
asistir a una observación en vivo a mi observatorio si el tiempo lo permitía.
Me sorprendió la asistencia de púbico, muy numerosa, y muy
familiar. Lo de familiar en el más amplio sentido de la palabra: padres e hijos
de corta edad, todos montañeros o senderistas, todos conocidos y en un ambiente
de gran camaradería que llamaba la atención. Además, acudieron varios amigos de
mi entorno que fueron recibidos con los brazos abiertos por los socios del
club. A nivel personal debo resaltar el gran interés de todos los asistentes
sin importar la edad. Quiero decir que la charla -que se alargó hasta las diez
de la noche y por espacio de una hora y tres cuartos- fue tremendamente
dinámica e interactiva. Constantemente se sucedían preguntas para profundizar
en algún punto o tema explicado por mi parte. Debo recalcar que fue una delicia
sentir que lo que uno estaba relatando calaba en la audiencia a la perfección y
sobre todo me gustaría ensalzar las preguntas de los más pequeños, niños y niñas
en torno a los diez años, siempre muy acertadas y motivadoras, como corresponde
a las mentes abiertas de los más pequeños; esos que tienen el don de poner el
dedo en la llaga de una forma innata y natural. En definitiva, me llevé una impresión
magnífica y viví una charla muy diferente a las habituales y para mí muy
enriquecedora. Me consta que quedaron satisfechos y se habló de repetir más
actividades de este tipo en un futuro.
Os dejo un par de imágenes tomadas al final de la disertación
donde aparece parte del grupo. No tengo ninguna tomada durante la charla en sí:
todo fue tan fluido que ninguno nos acordamos de usar las cámaras de fotos. En
la segunda, me podéis ver con el flamante chaleco rojo montañero con el logo del la agrupación que me regalaron. ¡Muchas
Gracias!
Aún quedada la segunda parte: la observación. La verdad es que
es cielo se estropeó considerablemente, había una bruma sucia que empañaba
incluso las estrellas más brillantes. Sin embargo, me dio pena que después de
una charla tan amigable no pudiéramos rematar el plan previsto. Por lo tanto,
emplacé a todos para ir al OACP. Yo me adelanté para hacer todos los
preparativos necesarios. Entre ellos, además de poner a punto el observatorio
con la CCD, instalé el Newton 150 motorizado en el exterior para que pudieran
observar también en visual. Mientras tanto, todo el grupo, aún en Renedo, dieron
buena cuenta de algunas viandas y alimentos. Por cierto, a mí no me dio tiempo a
ingerir algún tentempié y tuve que
aguantar con las pocas energías que me quedaban de la comida de mediodía. !Toda
sea por la astronomía!
Los observadores llegaron
a la hora acordada: sobre las 23:15 más o menos y no conté los
integrantes pero creo que serían más de veinte personas entre adultos y niños. Como
digo, la noche estaba fatal, e incluso hubo al principio rachas de viento
molestas. El Gran Carro apenas se distinguía por la bruma y me fue imposible
hacer un repaso de las constelaciones de primavera con el láser. Finalmente la
observación consintió en lo único más o menos visible: la Luna en cuarto creciente a varios
aumentos, Marte y cómo no, mi entrañable Mizar para que pudieran ver su primera
estrella doble. Todos los objetos fueron también observados mediante la CCD en
el interior del observatorio: una forma de comparar la observación visual y la
digital a gran aumento. Quedó en el tintero la observación de algún Messier de
los muchos que son visibles en el cielo primaveral, pero la noche no dio para
más. Aún así, la sesión se alargó hasta las dos de la madrugada. Los visitantes
tuvieron la necesaria paciencia para esperar cola al telescopio o entrar al
observatorio y en tanto en cuanto procuré contar cosillas amenas sobre los
telescopios, las técnicas de observación y responder a otras tantas preguntas
que me hicieron. Incluso hablamos de agujeros negros, materia y energía oscuras,
Big Bang y otros temas cosmológicos.
Quizá esta imagen represente a la perfección ese espíritu de la noche que vivimos: varias generaciones bajo el cielo estrellado. ¿No es una maravilla?
Para terminar, mi visón personal de la actividad es que lo
pasé en grande y me gustaría que este sentimiento fuera extensivo a los
participantes. Uno lo da todo cuando se
palpa el interés y la capacidad de sorpresa de los que escuchan. Lo que sí
tengo claro es que a partir de ahora tengo un gran grupo de nuevos amigos con
los que a buen seguro seguiré manteniendo contacto en la media que mi tiempo
libre lo permita. Mi agradecimiento a mi colega Arturo Martínez (Arthur) que
fue el nexo para establecer contacto con Elena Fraile, promotora y organizadora de
este taller de astronomía -una mujer encantadora, de trato amable y fácil- con
quien he planificado todo el evento. Muchas gracias a todos y hasta la próxima.
Un fuerte abrazo.
Os dejo un par de fotos posando ante la cúpula del OACP. Los
niños ya cansados se habían refugiado en los coches a esta hora por el
cansancio acumulado y un par de familias ya habían regresado a casa. Ad astra.
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