La noche es la mitad de la vida, y la mitad mejor. Goethe



sábado, 9 de enero de 2010

BLANCO SOBRE BLANCO

Esta mañana ha lucido el Sol. Pero era un Sol aletargado, sin fuerza. Algo así como un querer y no poder. Le mantenían a raya, contra las cuerdas y completamente indefenso, las frías temperaturas que, como prolongación de una cruda noche, habían visto amanecer con altanería. Y, es que, los inviernos vallisoletanos son duros, implacables. No perdonan. Hoy he comprobado la veracidad del dicho popular, ese que asevera que "el invierno en Valladolid no llega, cae". Cuando las nieblas, muy frecuentes, no hacen acto de presencia y los algodones de agua en suspensión no acuden a su cita, solemos disfrutar (solo algunos) de lo que yo llamo las "noches de cristal". El firmamento se torna transparente, nítido, perspicuo, pero, eso sí, el mercurio se compacta, viscoso y denso bastante por debajo del índice imparcial y conciliador de los cero grados. Es el precio que uno debe pagar cuando decide negociar con la noche invernal una sobresaliente jornada de observación. Y uno pagaría una y mil veces para que la imagen de Orión, majestuosa y altiva no se borrara de la retina. Se trata de esculpir en la memoria, como a martillo y a cincel, el asterismo del guerrero para que no falte el sustento en el estío. Mi tierra no suele ser una tierra de nevadas aunque un toque lechoso a veces cubre los campos castellanos con una sábana de hilo inmaculado. Precisamente, ayer fue el caso. Fue una nevada corta, pero cubriente. Tanto, que aún hoy, en la mañana, los ojos se me han vestido de blanco. Sobre la cúpula del observatorio se agarraban con fuerza desesperada los últimos jirones de nieve. El interior era una literal nevera, esa que preserva, sana y fresca, la próxima noche de observación. He querido compartir con vosotros la mágica -por infrecuente- estampa. Cuesta discernir el blanco sobre el blanco, pero presto se revela al retenerse la sangre en la punta de mis dedos.


Blanco sobre blanco, singular vislumbre. Hasta aquí.




3 comentarios:

  1. No sé qué es más bonita, si la foto o la crónica. ¡¡Bien por el Cervantes de la Astronomía hispana!!

    En Badajoz ha nevado también, pero no llegó a cuajar... bonito recuerdo el que guardaremos de ese 10-1-10.

    Saludos compañero.

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  2. Preciosa crónica, Edgar. ¡enhorabuena! Como ha apuntado Juan-Luis, hoy ha nevado también por aquí. Los observatorios se han vestido de blanco, algo que es totalmente inusual por aquí. Ya viste la temperatura de Noviembre :-)

    He dejado alguna fotillo en el blog.

    Saludos

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  3. HOla Edgardo: jeje, ayer nevó por Mérida durante horas y tuvimos varios centímetros de nieve. Hacía como 25-27 años que no nevaba aquí. Una gozada.

    -- frica --

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